Sesión 01

La sesión introductoria del curso "Cómo comenzar una iglesia" ofrece una visión práctica sobre el proceso de fundar una iglesia local, destacando su importancia como un organismo vivo que representa el cuerpo de Cristo. En este contexto, se exploran temas como el propósito, la naturaleza, la necesidad de la iglesia y los pasos fundamentales para su establecimiento, enfatizando el compromiso y la dirección divina como elementos esenciales.

La iglesia: Un organismo vivo

La iglesia, según el Nuevo Testamento, no es una simple organización, sino un organismo vivo cuya cabeza es Cristo. Al igual que en un cuerpo humano, cada miembro de la iglesia desempeña un papel único pero complementario. Los miembros bautizados y salvos trabajan en conjunto bajo la dirección de Cristo, quien determina las acciones del cuerpo. Este organismo requiere un cuidado constante, como un cuerpo saludable que necesita buena alimentación y ejercicio.

En este curso, el enfoque principal es práctico más que teológico. Se analiza la eclesiología (el estudio de la iglesia) y se detallan los pasos necesarios para establecer una iglesia que cumpla con el propósito divino: la propagación del Evangelio. Este propósito incluye ganar almas para Cristo, bautizar a los nuevos creyentes y fomentar su crecimiento espiritual en un entorno adecuado.

Propósito de la iglesia

El propósito principal de la iglesia es cumplir la voluntad de Dios en la tierra, es decir, llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo, tal como se menciona en Marcos 16:15. Este mandato no solo implica predicar, sino también discipular, bautizar y entrenar a los creyentes para que puedan crecer espiritualmente y contribuir a la misión de la iglesia.

Para cumplir esta meta, la iglesia debe centrarse tanto en la extensión del Evangelio como en el cuidado de sus miembros. La predicación y la práctica de los principios bíblicos hacen de la iglesia un pilar y baluarte de la verdad, según 1 Timoteo 3:15. Sin embargo, el equilibrio entre la evangelización y el cuidado de los miembros es crucial, ya que ambos aspectos son esenciales para el éxito y la sostenibilidad de la iglesia.

La necesidad de una iglesia

La necesidad de una iglesia en una comunidad radica en su capacidad para ofrecer la verdad de la Palabra de Dios, algo que ninguna otra institución puede proporcionar. Aunque las personas pueden acceder a información en bibliotecas, escuelas o Internet, solo la iglesia puede ofrecer el mensaje transformador del Evangelio. Este mensaje es vital para la salvación y el crecimiento espiritual de las personas.

El líder que decide fundar una iglesia debe estar plenamente convencido de la importancia de esta misión. Es un compromiso de vida que requiere dedicación, paciencia y amor por la comunidad. A menudo, el pastor enfrentará oposición, incluso de aquellos que más necesitan la iglesia. Por ello, debe estar preparado para perseverar con convicción y compromiso, convencido de que la iglesia es una necesidad vital para el bienestar espiritual de la comunidad.

Factores para elegir el lugar de una iglesia

Al comenzar una iglesia, es fundamental seleccionar un lugar adecuado. Esto debe hacerse en oración y ayuno, buscando la dirección de Dios. Dos factores principales influyen en esta decisión: la necesidad de la comunidad y la respuesta de las personas al Evangelio. Aunque es importante priorizar lugares donde la gente responde positivamente al mensaje, también es necesario ser sensible a situaciones específicas donde Dios pueda dirigir hacia áreas más desafiantes.

Una vez elegido el lugar, el líder debe mudarse a esa comunidad para involucrarse con las personas y establecer conexiones significativas. Es esencial ser transparente con los propietarios de los locales que se alquilen para las reuniones, asegurándose de comunicar las intenciones de manera honesta y profesional.

Compromiso y dedicación

El establecimiento de una iglesia no es un experimento ni un proyecto temporal, sino un compromiso de vida. El fundador debe estar dispuesto a invertir tiempo, energía y recursos en la iglesia, con la intención de permanecer allí a largo plazo, a menos que Dios lo guíe de otra manera. Este compromiso incluye no solo a la iglesia misma, sino también a las almas que serán alcanzadas y discipuladas a través de ella.

El amor y la compasión por las almas son los motores principales para iniciar una iglesia. Al igual que Jesús tuvo compasión por las multitudes (Mateo 9:36), el pastor debe ser movido por un profundo deseo de ayudar a las personas a encontrar la salvación y crecer en su fe. Esta pasión y dedicación son esenciales para enfrentar los retos y la oposición que inevitablemente surgirán en el camino.

Pasos iniciales para comenzar una iglesia

El proceso de comenzar una iglesia incluye varios pasos prácticos. En primer lugar, se debe orar y ayunar para buscar la dirección de Dios sobre el lugar donde establecerla. Una vez seleccionado el lugar, es importante mudarse allí y comenzar a buscar un espacio para las reuniones. Si no es posible alquilar un local, se puede utilizar la sala o el patio de una casa, siempre con la debida transparencia con los propietarios.

También se recomienda imprimir folletos presentables que incluyan información básica sobre la iglesia, como la dirección, los horarios de las reuniones y un número de contacto. Estos folletos son una herramienta valiosa para invitar a las personas y crear conciencia sobre la iglesia en la comunidad.

Conclusión

El inicio de una iglesia es un llamado sagrado que requiere un compromiso total y una profunda dependencia de Dios. No se trata solo de establecer una organización, sino de formar un organismo vivo que refleje el amor y el propósito de Cristo. A través de este curso, los participantes serán equipados con las herramientas y la visión necesarias para comenzar una iglesia con un fundamento sólido, dispuestos a enfrentar los desafíos y cumplir con el mandato divino de llevar el Evangelio a todas las naciones.

Esta sesión inicial subraya que el éxito de una iglesia depende de la dirección de Dios, el compromiso del líder y la convicción de que la iglesia es una necesidad vital para la comunidad. Es un desafío que requiere amor, sacrificio y fe, pero que promete grandes recompensas tanto espirituales como personales.

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